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16 de marzo de 2023

Diario de una letrada pringada (II)

 Ha pasado tiempo desde la anterior entrada. Así es la vida, un transcurrir de días y días.

Ayer me recordó google que hace dos años hice la entrevista en este despacho. ¡Ay! Si me hubiera mantenido en mis trece de continuar a mi marcha, esto no hubiera ocurrido.

Alargo los plazos para querer acabar en el mismo punto, querer ir por mi cuenta, pero los gastos que acarrear poder ejercer esta profesión me agarran las muñecas como recuerdo constante de “ojito”. Para quien no sepa estas cosas, un abogado simplemente para empezar (en mi época), tenia que sufragar una colegiación (obligatoria), lo que supone una entrega importante de dinero para poder ejercer. A eso se suma, la mutualidad o autónomos (gastos mensuales e ineludibles), despacho, materiales, etc. actualmente a todo esto se suma un máster, y un examen para poder acceder.

No soy de las que ha tenido posibilidad de montarlo en casa y abrir la puerta, tampoco los ahorros para, al menos, intentarlo.

Con el panorama actual, da miedo soltar un fijo mensual que únicamente sirve para cubrir gastos. Pero cada vez está más claro que no es aconsejable acomodarse en un lugar, cuanto menos donde no se valora tu trabajo. Ya comenté que, en palabras textuales, se dijo que esta letrada no tiene ni idea de nada, a esto se suma, que las últimas “perlas” han sido que no sirve para nada lo hecho amén del “total, eso es copia y pega”.

Mientras tanto, sigues atendiendo cordialmente a clientes, aplicando la honestidad con ellos. Yo no vendo humo, a pesar de las regañonas y los controles a los que se me somete, porque hay que captar clientes. Eso no me lo pueden quitar. 

Sigo respirando hondo, aplicando el humor para solventar preocupaciones, agobios y malas caras. Prefiero reírme que dejar que se acumule en mi interior la ira que provocan las estupideces ajenas.

Algún día cerraré esa puerta, solo falta dar El Paso.