Tropezar una y otra vez.
Encariñarse con la piedra.
Cuanto más lo pienso, menos lo entiendo.
Una y otra vez, volviendo al mismo momento, en diferente tiempo.
¿Será cierto que me cuesta aprender?
Desde luego que sí.
Hace años que empezó una historia bonita, sin final y sin "feliz".
Desde entonces, escondes tu historia en lo más profundo.
Problema: esconder no es solucionar.
Y vuelve a resurgir, cuando menos lo esperas.
Se enciende la llama de nuevo.
Han pasado seis años.
Y sigo contando aquella historia como si fuera hoy, como si acabara de pasar.