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31 de marzo de 2018

Ponerme en off

    Hay veces en que me gustaría tener un interruptor en mi nuca "encendido" o "apagado" del cerebro, es más, de poder ser un interruptor más completo, debería tener la opción "silenciar eternamente", "olvidar", "tomar nota y a otra cosa"y otras opciones diversas que nos dieran la opción de poder pasar página sobre un tema o persona (sí, las personas duelen).
      En mi caso optaría y me sentiría ampliamente agradecida de poder tener unos minutos la mente en blanco, sin pensar, sin distracciones. 
     No es que no pueda concentrarme, es que cuando acabo las tareas "obligatorias" (ya sea por trabajo, por necesidad o por obligación), mi mente es un hervidero de pensamientos que quieren entrar de golpe y se amontonan, de manera que aparecen apelotonados y no puedes centrarse únicamente en uno. 
      Los atiendes conforme van entrando, de uno en uno, de dos en dos, siempre con la versión más optimista de ti misma cuando son negativos y siempre con la parte racional cuando no sabes ni porqué te ha llegado ese pensamiento. 
       Y aún peor la noche, con el silencio parecen florecer las dudas, se asoman los miedos, los "y si..." (a éstos los catalogo como tema  digno de estudio), así que los acallamos como podemos.
      No me cabe duda que la vida interior de cada uno es un océano de pensamientos, de sensaciones... el ser humano es maravilloso y complejo.